miércoles, 19 de enero de 2011

René Magritte

René François Ghislain Magritte (n. 21 de noviembre de 1898, en Lessines, Bélgica - 15 de agosto de 1967, en Bruselas, Bélgica) fue un pintor surrealista belga. Conocido por sus ingeniosas y provocativas imágenes, pretendía con su trabajo cambiar la percepción precondicionada de la realidad y forzar al observador a hacerse hipersensitivo a su entorno.
Magritte dotó al surrealismo de una carga conceptual basada en el juego de imágenes ambiguas y su significado denotado a través de palabras poniendo en cuestión la relación entre un objeto pintado y el real.

Biografía y obra

Poco se conoce acerca de los primeros años de Magritte. Nació en Lessines, provincia de Hainaut, en 1898, el mayor de los hijos de Léopold Magritte, sastre y comerciante de telas, y Regina (nacida Bertinchamps). Comenzó sus lecciones de dibujo en 1910. El 12 de marzo de 1912 su madre se suicidó ahogándose en el río Sambre. Éste no fue su primer intento, pues llevaba años intentando quitarse la vida, obligando a su esposo Léopold a encerrarla en su dormitorio. Un día ella escapó y estuvo perdida por días. Más tarde fue descubierta, muerta, río abajo. De acuerdo a la leyenda, Magritte, que entonces tenía 13 años, estaba presente cuando el cuerpo fue recuperado del agua, pero recientes investigaciones han desacreditado tal historia. La imagen de su madre flotando, su vestido oscureciendo su cara, puede haber influenciado una serie de pinturas de 1927 a 1928, incluyendo Les Amants, pero a Magritte le disgustaba esta explicación.
Realiza sus primeros cursos de pintura en Châtelet. En 1915 comienza a hacer sus primeras obras en la línea del impresionismo. Entre 1916 y 1918 estudia en la Academia de Bellas Artes de Bruselas. Expone por primera vez en el Centro de Arte de Bruselas en 1920 junto a Pierre-Louis Flouquet, con quien comparte un estudio. Tras el servicio militar trabaja temporalmente como diseñador en una fábrica de papel. En 1923 participa con Lissitzky, Moholy-Nagy, Feininger y Paul Joostens de maria florecen una exposición en el Círculo Real Artístico.
Su obra del periodo 1920-1924, por su tratamiento de los temas de la vida moderna, su color brillante y sus investigaciones sobre las relaciones de la forma tridimensional con la superficie plana del cuadro, muestran las influencias del cubismo, del orfismo, del futurismo y del purismo.
En 1922 ve una reproducción de La canción de amor de De Chirico, que le impresiona profundamente, y a partir de 1926 se independiza de las influencias anteriores y basa su estilo en el de De Chirico.
En obras como La túnica de la aventura (1926) expresa su sentido del misterio del mundo por medio de la irracional yuxtaposición de objetos en una atmósfera silenciosa.
En El asesino amenazado (1926), el espacio perspectivo deriva de De Chirico y de los decorados de los primeros melodramas cinematográficos. En este mismo año se une a otros músicos, escritores y artistas belgas, en un grupo informal comparable al de los surrealistas de París.
En 1927 se establece en las cercanías de París y participa, durante los tres años siguientes, en las actividades del grupo surrealista (sobre todo, se relaciona con Éluard, Breton, Arp, Miró y Dalí). Aporta al Surrealismo parisino un resurgimiento del ilusionismo. A diferencia de Dalí, Magritte no usa la pintura para expresar sus obsesiones privadas o sus fantasías, sino que se expresa con agudeza, ironía y un espíritu de debate.
En 1928 participa en la exposición surrealista en la galería Goemans de París.
En 1930 regresa a Bruselas huyendo del ambiente polémico parisino, y allí pasa tranquilo el resto de sus días.

             

Realismo mágico

A partir de 1926 el estilo de Magritte, también llamado "realismo mágico", cambia poco; entre 1928 y 1930 investiga las ambiguas relaciones entre palabras, imágenes y los objetos que éstas denotan. En La perfidia de las imágenes (1928-1929) retrata meticulosamente una pipa, y debajo, con igual precisión, pone la leyenda Ceci n'est pas une pipe (Esto no es una pipa), cuestionando la realidad pictórica. El espejo falso (1928) explora la misma idea: el ojo, como un falso espejo, reflejando las nubes blancas y el cielo azul pintados de forma realista; en este cuadro introduce el tema del paisaje ilusionista, interpretado en clave pictórica, alejado de toda intención naturalista. Magritte explora en toda su obra el problema del espacio real frente a la ilusión espacial, que es el trasunto de la pintura misma.
Hace muchas variaciones sobre este tema, quizá la más clara de todas sea Los paseos de Euclides (1955), donde muestra un caballete con un cuadro frente a una ventana, a través de la cual se ve un paisaje; la escena pintada corresponde exactamente al fragmento de paisaje sobre el que se sitúa el cuadro, llevando el problema de la pintura, como confrontación naturaleza-ilusión, a la cuarta dimensión.
En 1933 hace una exposición individual en el Palacio de Bellas Artes de Bruselas y en 1936 su primera individual en Estados Unidos en la galería Julien Levy de Nueva York.
En ese mismo año su obra está presente en Arte fantástico, Dadá, Surrealismo en el Museo de Art  Moderno de Nueva York.
En los años cuarenta la obra de Magritte adopta una paleta y una pincelada impresionistas y en 1947-1948 desarrolla sus cuadros llamados fauvistas.
La respuesta de la crítica es, en general, hostil hacia estas obras, y Magritte vuelve a su acostumbrado estilo. Son característicos de los años cincuenta los cuadros en los que tanto figuras interiores como paisajes y objetos aparecen convertidos en roca.
"Las formas básicas y los temas, sin embargo, continúan la fantasía del lugar común durante los años sesenta. Una escena urbana nocturna a la que se le superpone un cielo azul con nubes de atardecer flotando; carreras de jockeys en coches y por habitaciones; o una elegante amazona paseando por un bosque mientras es segmentada por los árboles. Pero el mundo de Magritte contiene siempre al misterioso hombre invisible con bombín y abrigo negro solo o en grupos, como en Golconda (1953), donde una multitud de ellos desciende sobre la ciudad" (Arnason).
A lo largo de los años cuarenta expone asiduamente en la galería Dietrich de Bruselas.
En los dos decenios sucesivos recibe numerosos encargos para la ejecución de pinturas murales en Bélgica.
Desde 1953 expone frecuentemente en la galería Alexander Iolas de Nueva York, París y Ginebra. Se organizan retrospectivas sobre su obra en 1954 en el Palacio de Bellas Artes de Bruselas, y en 1960 en el Museo de Arte Contemporáneo de Dallas y en el Museo de Bellas Artes de Houston.
Viaja por primera vez a Estados Unidos en 1965, con motivo de una retrospectiva que el Museo de Arte Moderno de Nueva York le dedica.
Durante el año siguiente viaja a Israel.
Muere en Bruselas el 15 de agosto de 1967, pocos días después de la inauguración de una importante muestra de su obra en el Museo Boymans Van Beuningen de Róterdam
    

Interpretaciones sobre René Magritte



A continuación veremos la interpretación de alguno de los cuadros del artista con tono filosófico y transcendental

martes, 18 de enero de 2011

La tentativa de lo imposible (1928)


   El cuadro representa al artista en una habitación cerrada, pintando en el aire una mujer desnuda, que va surgiendo de la nada conforme el pincel avanza. No se sirve de ningún modelo fémino, sino que parece que de su propia cabeza, nace en su arte, esa  mujer. Sin embargo esta se presenta como suspendida en el espacio, como un holograma, que por decirlo de algún modo, surge del pincel del artista. En primera instancia, la interpretación mundana que, en mi opinión, mas puede generalizarse, es que simplemente nos encontramos ante un autorretrato de Magritte, dibujando una mujer. Pero si centramos nuestra atención en la obra e indagamos en ella como navegando en la misma, nos percataremos de que la mujer no tiene razones físicas ni naturales, para existir, únicamente se da en la conciencia, en el pensamiento del autor. Por lo tanto, el artista podríamos afirmar que se ha mantenido acérrimamente en la indubitabilidad de su consciencia, en su plano indubitable de inmanencia. En pocas palabras, la mujer suspendida en el espacio, es el frio reflejo de su idea verdadera poseída, la cual no depende de lo real (lo dado), que en este caso se correspondería con un  modelo físico de mujer, para existir, sino que simplemente con que nazca conceptualmente en su pensamiento (al igual que podría haber nacido cualquier imagen de los límites de lo monstruoso), tiene todo el derecho del mundo para existir, no se encuentra en duda con lo real (con el ficticio modelo de mujer), ya que lo ideado, dentro de su idea, contiene todo lo necesario  tanto formal, como objetivamente para darse en un mundo.
Sin embargo, ¿Cómo llega a su cabeza, dicha imagen de mujer? Podría decirse que mediante las variaciones imaginarias correspondientes, Magritte ha alcanzado el eidos de mujer, pues su obra contiene todo aquello que no ha de faltarle a la mujer para ser considerada como tal, de manera que como apreciamos en el cuadro, la figura ha sido despojada de su extremidad superior izquierda, pero aun así, esclarecemos sin duda alguna, que lo que se presenta ante nuestros ojos, es una mujer.



La traición de las imágenes (1928-1929)

Aunque meras representaciones, las imágenes nos permiten el abrazo eidético de la infinitud

La clave de los sueños (1930)


   Dos hileras verticales de objetos aparecen sobre una palabra escrita que no se corresponde con el mismo. Debajo de un huevo se escribe “l'acacia”, debajo de un zapato se escribe “la lune; debajo de un martillo “le desert”, debajo de un bombín “la neige”, debajo de un vaso “l´orange” y debajo de una vela “le plafond. La percepción del objeto conocido se ve completamente trastocada. Un martillo no remite a una función ya conocida, sino que deviene el signo visible de una imprecisable cadena de sensaciones evocadoras.
La disasocianción entre la cosa misma visible y el texto-palabra, es la estática representación y símil de que lo que realmente importa es el concepto que el albergue dicho termino. Esto nos conduce a legitimar la continua exaltación del yo por la que atraviesa la época contemporánea, es decir, los hechos, los fenómenos y objetos que ante nuestra percepción se presentan, han sucedido sobre la tierra a lo largo de millones años antes de que ninguna mente humana pudiera captarlas. No necesitan de nosotros para existir o suceder, únicamente precisan de nuestra presencia para “aparecer” y de nuestras categorías  para enjuiciarse, para convertirse en términos.
Esto irremediablemente nos conduce a afirmar que el lenguaje simplemente nos sirve como método recordatorio de la cosa misma, que a la vez nos aleja de ella.

Las afinidades electivas (1933)


   Se nos presenta ante un nosotros un huevo de enorme dimensiones, encerrado en una jaula que cuadra con sus mismas dimensiones.
En mi opinión, la interpretación sugerente que puedo obtener de la contemplación de la imagen es que el cuadro representa la contienda incesante del sujeto por alcanzar el mundo de la vida, el premundo.
El huevo enjaulado a mi parecer representa el sujeto mundano-ilustrado incapaz de elevar su consciencia por encima del mundo-objeto, ya ordenado por el metodologicismo cientificista.
Por ello el sujeto encerrado en el mundo, al igual que el huevo en la jaula, debe aferrarse a una ingenuidad involuntaria apoyarse única y exclusivamente en su experiencia en tanto que existencia y haciendo epojé de todo aquello que le coarta como sujeto [ naturalismo (sometimiento a la condición natural del hombre), psicologismo (reducción del acto de conciencia a contenido psíquico) e historicismo (sumisión del sujeto al momento histórico)], romper el cascaron, abrir la jaula y alzando las alas volar hacia el mundo de la vida, hacia el mundo de su conciencia.

La invención colectiva (1934)


   El cuadro muestra una sirena, el mítico personaje mitad pez y mitad mujer, pero lo muestra de una forma particular: el torso es de pez y las piernas de mujer. La interpretación mas corriente al ver el cuadro es que hay un error, ya que todos “sabemos” que las sirenas no son así, que en realidad tienen un torso de mujer y en lugar de extremidades la cola de un pez y he aquí donde surge el problema.
La “transformación” de la imagen de sirena deconstruye el orden existente entre las imágenes, las palabras, y las cosas, y al hacerlo nos permite ver hasta que punto estamos sujetados a un concepto de realidad construido, a verdades que suponemos objetivas e indudables, pero que sin embargo no son otra cosa que el producto de un efecto discursivo hecho cuerpo por nosotros y nosotros mismos. El significado que atribuimos a las palabras y las imágenes que tenemos del mundo colapsa ante la irrupción de una multitud de significantes que lejos de constituir una explicación de la imagen, cuestionan lo que definimos como real. Las sirenas no existen pero de alguna manera son reales en la medida en que las asociamos con una forma determinada aunque para nuestra percepción y conciencia es posible aparecer y ser pensadas, de manera diferente.
El pintor nos demuestra que esa percepción lejos de ser subjetiva, en el sentido de producida por nuestra mirada individual, la sirena constituye una verdadera invención popular, una “invención colectiva”, un concepto construido, en definitiva “ canto de sirena”
Con lo cual la experiencia de una sirena invertida no ha de ser desplazada al terreno de lo no verídico, pues aferrándonos a la inmanencia indubitable de nuestra percepción “la “sirena invertida”, al igual que los gigantes que de Don Alonso Quijano, tienen el mismo derecho a poseer el valor de lo real.

La clarividencia (1936)


   “Este cuadro es realmente curioso. Un pintor está en pleno esfuerzo pictórico inspirándose en un huevo que está sobre la mesa, pero resulta que lo que aparece en el lienzo no es el huevo sino un pájaro volando. No sabemos qué sucede tal vez el pintor se adelanta a los acontecimientos, o su inspiración es sólo parcialmente pintada, o la escena busca la provocación del absurdo, es realmente inquietante.”
Esta sería la interpretación mundana más corriente que a en mi opinión puede darse, sin embargo ¿Quién, con absoluta convención puede afirmar que del huevo nazca un pájaro?
Como he dicho, el pintor dibuja un pájaro mediante la contemplación de un huevo, esto no puede quedarse anclado en un mero acto anticipatorio de acontecimientos, su abstracismo es aún mayor. Las imágenes no poseen ninguna importancia dentro del cuadro, el huevo no nos conduce al pájaro inevitablemente y viceversa. Lo que realmente importa de las imágenes es su carácter evocador, es decir, es insignificante que la inspiración del autor en tanto que observa al huevo provenga de este, o de un pájaro o incluso, yo que sé, de una taza de té. Lo que realmente importa es que el propio autor desee pintar un pájaro, es  decir, el poder conceptual no está en el huevo, si no en la inmanencia del acto de conciencia por que el que surge el pájaro, que será plasmado en el lienzo, como representación una e inmutable de la multiplicidad de pájaros.

Reproducción prohibida (1937)


   En La reproducción prohibida, Magritte, nos presenta a un hombre joven de pie, de espaldas, frente a un espejo que no devuelve su cara sino la repetición de su dorso. Un espejo no posee capacidad de decisión, pero la imagen especular es presencia de un referente que no puede estar ausente. Nuestra vacilación perceptiva frente al cuadro queda paliada con el libro reflejado convencionalmente. Podríamos aducir que este espejo no invierte izquierda y derecha sino frente y dorso, sin embargo, un espejo no invierte nuestra figura, refleja lo que se le muestra. ¿Se tratará, entonces de la misma persona? ¿Es real o virtual?
Como podemos apreciar, la imagen se presenta desde la perspectiva de un tercero, separado del espejismo y el objeto que lo produce. Este observa de manera inquietante el hombre ante el espejo y la fantasmagórica reproducción de su torso, por lo tanto la reproducción del joven no depende ni de la situación ni de su propio cuerpo, depende de la percepción de aquel sujeto inquietante al que llamaremos “tercero”. Su percepción constituye dentro del cuadro la virtualidad real que lo caracteriza, pues de su acto de consciencia nace lo “imposible” que además de nacer como concepto formal se da en el mundo, es decir, supone una realidad creada desde su propio acto de conciencia, donde lo percibido o incluso imaginado aparece como real en su pensamiento y se da como objetivamente verídico en el mundo.

La facultad imaginativa (1948)


   Nos encontramos ante un nido, donde una vela intenta cumplir la función maternofiliar de incubar los huevos presentes en el nido, de manera que los polluelos (en el supuesto de que sean estos) que se encuentran dentro de los huevos creerán a ciencia cierta de que es su madre quien les proporcionar el calor que tanto necesitan.
Esto me conduce a afirmar que no importa, en este caso, de quien proporcione el calor; lo que realmente posee relevancia es la percepción sensatoria del mismo, con lo cual aunque polluelos no conozcan verdaderamente el origen del mismo, se mantendrá en la indubitabilidad de su percepción inmanente y afirmaran una y otra vez, si pudiese, que fuera del caparazón se encuentra su progenitora proporcionándoles el calor que tanto necesitan.
En otras palabras, aunque lo ideado ( el calor) dentro de nuestra idea ( el calor de la madre) no se corresponda con lo dado, posee toda la legitimidad del mundo para ser real, pues lo ideado (la madre) pose formalmente  todo lo necesario para corresponderse con la idea ( el calor de la madre), del mismo que esta posee también toda legitimidad objetiva, es decir la idea posee formalmente todo lo necesario para darse objetivamente en el mundo ( la madre que incuba los huevos).

Golconda (1953); El castillo de los pirineos (1959)

   Magritte en muchos de sus cuadros nos saca a gente con chaqueta y bombín, sin cabeza o tapada, dejandonos ver que el hombre ya no tiene identidad, que el capitalismo esta haciendo que todo sea una producción en masa y en serie, incluso las personas, perdiendo así la identidad y siendo simples mercancias. Este ejemplo se ve en Golconda un cuadro donde salen hombres de chaqueta multiplicados, flotando en el aire con casas iguales a su alrededor.
Al igual que en otros cuadros nos muestra a este hombre capitalista como un trozo de piedra, ya que es igual de frío y duro, y pintándolos en lugares absurdos diciendonos que este hombre capitalista de hoy esta perdido en el universo

La firma en blanco (1965)


   Una mujer cabalga sobre un ágil caballo. La jinete oculta un árbol, y el árbol la oculta a ella, sin embargo podemos afirmar que  nuestro intelecto comprende ambas cosas, lo visible y lo invisible. El pensamiento sabe que un objeto oculta a otro, pero lo ocultado no es en sí mismo invisible porque sigue estando allí, mostrándose, por lo tanto lo invisible no se constata mas allá que siendo visibilidad obstruida, donde detrás del objeto que se superpone, sigue brillando la visibilidad  de otro, un paisaje, un rostro. Si viéramos a través del objeto que oculta, veríamos lo visible que sigue estando presente. El ojo no puede ver a través de la solidez de un objeto, pero eso no quiere decir que, lo que hay detrás no exista, es decir, los fenómenos no precisan de nuestra presencia para acontecer, pero si para ser “objetos”.
En términos kantianos, la visibilidad del los fenómenos que aparecen en el cuadro no dependen de la imagen misma, sino que depende una y exclusivamente del sujeto que la experiencie, que bajo sus condiciones de posibilidad de la experiencia (visión) únicamente capta los fenómenos que se dan  y que posteriormente mediante la deposición de su haber categorial habrá alcanzado la objetividad sobre lo que es visible,  y lo que no dentro del cuadro. Es decir, somos nosotros mismos quienes depositamos sobre el cuadro nuestras categorías vacias de contenido para enjuiciar que es lo visible y que lo invisible, de modo que nuestra certeza jamás superará la objetividad. Con lo cual si es mi visión la que constituye la visibilidad de los objetos y esta la que legitima mi visión, lo invisible e invisible del la obra depende de nuestro acto perceptivo de conciencia.
Siguiendo la lógica de Kant, puede constarse que aunque si podremos constatar la visibilidad o invisibilidad de los objetos del cuadro, jamás podremos captar la visibilidad o invisibilidad, que el cuadro posee, en sí misma.



Conclusión

  Para finalizar, quisiera decir que la pintura es maravillosa, ya que puede plasmar un rincón del mundo como si fuese una foto, o puede llevarte a otros mundos que solo la imaginación puede alcanzar. Como ya hemos visto este excelente pintor surrealista, nos lleva a imaginarnos el mundo de otro modo. Hace una crítica de su mundo de una manera singular y sin duda surrealista. Tambien el autor en sus obras acer referencia a la paz, la sexualidad e incluso las drogas que quizá jueguen un papel importante en estas obras, ya sea para su realización o para su comprensión. Os aconsejo que sigais las obras de Magritte, que son super interesantes, te puedes pasar horas mirando y pensando sobre un cuadro suyo, y por supuesto que sigais la pintura en general. Y si también os da por pintar pues nada, que os fluya la imaginación.